domingo, 30 de abril de 2017

Joaquín Sota, mártir por Dios, leal a los suyos e hijo del pueblo

AL PUEBLO LLANO, en honor de los mártires de la Tradición

"Los que en torno al Altar sacrosanto
sucumbieron con bravo tesón
bien merecen que España en su canto
les otorgue inmortal galardón.
En los dias de luto supieron
de Pelayo las huellas seguir;
y aunque en lucha constante murieron,
cuan Cides vencieron
después de morir" 
(frag. Enrique de Olea) (1)


BRILLAS ALTO EN LA MEMORIA COMO JOVEN ENTUSIASTA, y no como niño que así te llama hoy algún periódico que poco quiere saber de aquella eclosión de Navarra, dirigida por ese su primer voluntario que fue la Diputación Foral del viejo Reino. 

De corta edad, tu madurez corporal engañó a los que alistaban a los voluntarios. Tu hermano iba a cuidar de tí en la gran marcha sobre Madrid como Covadonga insurgente

Corazón limpio, con la mirada alta en los más puros ideales. Sabías muy bien lo que hacías, pues la información recibida de lo que ocurría en España era clara y gravísima hasta el límite. En tu silencio lo descubriste y en el ambiente social tafallés lo palpaste. 

El héroe y mártir Joaquín Sota Garayoa nació en 1923. Su padre era Victoriano Sota Zuza y su madre Gumersinda Garayoa Landa. Eran de la ciudad de Tafalla (Navarra). Uno de sus cuatro hermanos se  llamaba Felipe, y Josefina fue su hermana. Salió voluntario al frente el 19 de julio de 1936, con trece años de edad. Su padre quedó en casa con sus 48 años de edad y su madre con 47 años. Sin duda se les necesitaba en el hogar pero -fieles y entusiastas- seles dejó ir. 

Según el BO nº 10 (23-XI-1940 p, 122) perteneció al Tercio del Rey -luego era carlista-, aunque en la clase dicho BO le clasifica como falangista, sin duda porque en ese momento ya actuaba el llamado Decreto de Unificación. A dicho Decreto franquista se opusieron los carlistas, pues para ellos suponía dejar de existir políticamente, ser absorbidos por el nuevo Estado, ver incautados sus círculos, prensa, boletines y revistas, etc. Y así ocurrió. Tas el combate leal, los voluntarios regresaron a sus casas. Puede decirse que ganaron la guerra y que perdieron la paz. 

Pero Joaquín no regresó vivo para alegrar de nuevo a sus padres, sino que murió en el frente de Balaguer (Lérida), con 15 años de edad, el 21-VII-1938.

Sus restos mortales inicialmente reposaron en el cementerio de la ciudad de Tafalla. En 1961 la Diputación Foral pidió permiso a la familia para trasladarlos con todos los honores al monumento de Navarra a sus muertos de la Cruzada, donde estuvieron hasta el 16-XI-2016. Tras una noche de infamia y exhumación, de nuevo reposan. 

Los navarros de hoy tenemos una deuda pendiente con Joaquín. Somos olvidadizos, descastados y cobardes, pero ocurre que estamos sin líderes, pues han claudicado quienes no debieran claudicar. Mil gracias a los que no se avergüenzan de nuestro héroe y de sus miles de compañeros. Gracias mil porque los actuales ignorantes -y desde luego cobardes que se atreven con los muertos- hacen de modernos talibanes, no pocos de los cuales son hijos y nietos que reniegan de sus mayores -por ejemplo algún descendiente de "el Templau"-. Son estos últimos renegadores quienes debieran de responder de sí mismos y dejar a los demás en paz. 


Nuestro homenaje -no sin cierta melancolía- a este noble matrimonio del pueblo llano, perteneciente a una gozosa tradición, que ofrecieron lo mejor de sí mismos para frenar a quienes pretendían acabar con la religión católica -muchísimos voluntarios salieron como cruzados modernos-, hundir a España en la miseria, cercenar los Fueros de Navarra, y mantener una España descabezada sin rey. Sus hijos se pusieron a las órdenes de don Alfonso Carlos I y siguieron a la Diputación de Navarra como a primer voluntario. En España se vivía una situación de huida hacia adelante, revolucionaria y estalinista, de pucherazo electoral; más, el asesinato de Calvo Sotelo por los guardias de asalto fue la gota que desbordó la imposibilidad radical de la convivencia, culminando la quema de iglesias y conventos ocurrida en 1931 con el asesinato de más de seis mil sacerdotes, religiosos y monjas durante la guerra. La mayor persecución religiosa de la historia después de las del imperio romano pagano. 
¡Oh, pueblo llano, hacedor de grandes gestas! Campesinos y jornaleros, oficios y artesanos, obreros y pequeños industriales, funcionarios... que disteis todo de vosotros mismos junto a los demás sectores sociales, vemos cómo os maltratan los nuevos talibanes, que ni saben ni quieren conocer el ayer sino utilizarlo injustamente y en contra ya de la verdad ya de sus mismos contemporáneos.

Victoriano falleció en 1978 con 90 años de edad, y Gumersinda en 1960 a sus 71 años. Sus rostros de felicidad reflejan una conciencia tranquila. Dios les haya premiado. 


José Fermín Garralda

(1) "Biblioteca Popular Carlista. Publicación mensual de Propaganda" (Barcelona, 1895-97)

No hay comentarios:

Publicar un comentario